Monday, March 2, 2009

Formar la voluntad en los hijos


Es la fuerza que nos lleva a hacer algo que nos hemos propuesto; querer y buscar siempre el bien.

Donde falta la voluntad, no hay hombre. Con la voluntad se llega a la plena posesión de sí mismo, al dominio de las pasiones, a la plena liberación de las malsanas influencias exteriores. La voluntad hace al hombre libre.

Sin una firme voluntad, el hombre tiende a ser como un animal, presa de sus instintos y pasiones y sin un motor que lo lleve a lograr sus objetivos en la vida, sorteando los obstáculos y adversidades que se le antepongan.

Sin la voluntad, no hay virtudes. El éxito humano y espiritual depende de la voluntad. Los beneficios de la gracia, las demás cualidades humanas quedan gravemente comprometidas si falta el sostén de la voluntad. Un hombre sin ideal es un pobre hombre y un ideal sin formación de la voluntad es una utopía.

Si analizamos la causa de casi todas nuestras adversidades y desgracias, encontraremos que en un momento dado, al final o muy al principio, fue la debilidad de nuestra voluntad lo que nos llevó o por lo menos ayudó a que nos encontráramos en esa situación adversa. La pérdida de un empleo, la pena de un hijo drogadicto, una crisis conyugal por causa de una infidelidad, una muerte prematura por falta de cuidado en nuestras costumbres, etc.

Apatía, pereza, desidia, indolencia, morosidad, son otros tantos nombres y actitudes para designar este fondo de universal pereza que es a la naturaleza humana lo que la gravedad a la materia, una fuerza invisible pero siempre presente que nos lleva a lo mundano, lo fácil, lo sensual

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