¡Ay, la familia de mi marido!
Cientos de películas se han inspirado en los problemas de suegras y nueras, de cuñados problemáticos y de la parentela que trae nuestra media naranja consigo al altar. Claro que no siempre es para risa sino para poner los pelos de punta. Reflexiones y consejos.
Si alguien le hubiera dicho hace ya unos cuantos años, que su suegra -aquella mujer que parecía ser tan dulce y buena y que ¡afortunadamente! casi no se metía en su vida- iba a mutar a una máquina de críticas y comentarios negativos hacia usted apenas naciera su primer hijo, ¿usted se hubiera casado con su marido de todos modos?
¿Y de haber sabido que ese suegro tan simpático y conversador era en realidad un adicto al juego que permanentemente pondría en riesgo la economía familiar, inclusive la suya propia, usted no hubiera preferido correr unos cien metros llanos en retirada?
Si bien ambos ejemplos son exagerados, lo cierto es que muchas mujeres sufren cotidianamente, a veces durante años, las consecuencias de diversas conductas dañinas -o directamente patológicas- de la familia de origen de su marido sin saber bien qué hacer o cómo enfrentarse a estos problemas de una manera que no lastime a su pareja, pero que tampoco enferme a su propia familia.
Todo cambia…menos él
“En realidad, cuando se mete la familia del otro es porque alguien está dejando que se meta y frecuentemente esto tiene que ver con una dependencia emocional del hijo o de la hija que no ha cortado el cordón con sus padres. Esto es muy frecuente en parejas jóvenes, que pasan de vivir en la casa de los padres a vivir juntos”, explica la psicóloga y psicoanalista Eva Rotenberg, directora de la Escuela para Padres.
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Escuela para Padres
Monday, November 9, 2009
Mas de suegras y nueras....
Florencia le dice al marido. “No soporto que venga tu madre porque arruina el clima familiar, siempre nos hace pelear”.
El vínculo de la nuera con la suegra no es un tema que incumba e incluya sólo a ellas dos. Esta relación tiene un entramado inconsciente, con otros personajes familiares, que puede determinar el presente entre ellas. Los otros son: la mamá de la nuera, el esposo y otros familiares aunque no aparezcan en lo manifiesto.
Puede darse:
a) Una relación de colaboración semejante a la de una madre y su hija.
b) Una relación conflictiva estructuralmente.
c) Conflictiva por malos entendidos.
d) Simplemente un vínculo político, es decir, distante.
En el caso a, si la nuera representa la hija que no se tuvo, es el hijo quien puede sentirse celoso, reactivándose en él, antiguas vivencias de soledad. En el caso b, si la nuera tuvo una madre intrusiva, autoritaria, probablemente tenga extremada sensibilidad frente a ciertas opiniones, a las que seguramente otra persona no le daría mayor importancia. Si el marido de la joven ha sido muy sometido a su madre, generalmente elige a una esposa con mucho carácter, para que le pueda hacer frente a su madre. Y si bien, admira esto en un principio, más adelante puede ser que termine colocado en un conflicto de lealtades forzado a “elegir” entre ambas.
Pareciera que sólo hay lugar para una mujer, ¿la madre o la esposa? Esto no debería ser así cuando los roles están bien diferenciados, pero si no lo están, no es sólo un tema de ambas. Cuando el hijo no ha superado la dependencia infantil a sus padres, aunque no sea algo muy manifiesto, no podrá ponerles límites a ellos. Si la madre no tolera “no ser la más importante en la vida de su hijo”, puede que inconscientemente boicotee el matrimonio de ellos.
Cuando joven la pareja se apropia internamente de su vida y sus hijos, y están bien entre ellos, y se sienten adultos, no hay nadie que pueda interferir.
c) Generalmente sucede que la familia de origen del hombre y de la mujer que se han casado, tienen códigos distintos y que lo que para alguien puede ser vivido con intención de ayudar, para otra persona puede ser sentido intrusivo y con “mala leche”. Cuando no se puede dialogar, no se aclaran estos malos entendidos. Y lo que comienza como una pavada, puede enlazarse en una cadena de historias nuevas que se unen a otras viejas, complicándose el vínculo.
Hay casos en los que la relación de la suegra con la nuera arrastra una pésima relación con el hijo de dicha suegra y la nuera es la depositaria del rencor. En algunas familias he constatado que aunque la suegra quiera ser amorosa, si la nuera trae vínculos conflictivos o se persigue, podrá interpretar erróneamente lo que se ha hecho con buena intención.
Cada integrante de una pareja viene con su familia, siendo un desgarro si deben renunciar a ella para poder sostener la nueva familia.
Los padres de la pareja deberían ser muy respetuosos y considerar que si son “muy metidos” pueden causar malestar. Los momentos de riesgo son el primer año de casados y cuando nace un bebé si la suegra quiere “enseñar” y si su hijo no tiene autoridad para responderle. Lamentablemente se produce mucho sufrimiento y en algunos casos, se puede llegar al divorcio.
Por: Lic. Eva Rotenberg
Directora de La Escuela para Padres
Web: www.escuelaparapadres.net
El vínculo de la nuera con la suegra no es un tema que incumba e incluya sólo a ellas dos. Esta relación tiene un entramado inconsciente, con otros personajes familiares, que puede determinar el presente entre ellas. Los otros son: la mamá de la nuera, el esposo y otros familiares aunque no aparezcan en lo manifiesto.
Puede darse:
a) Una relación de colaboración semejante a la de una madre y su hija.
b) Una relación conflictiva estructuralmente.
c) Conflictiva por malos entendidos.
d) Simplemente un vínculo político, es decir, distante.
En el caso a, si la nuera representa la hija que no se tuvo, es el hijo quien puede sentirse celoso, reactivándose en él, antiguas vivencias de soledad. En el caso b, si la nuera tuvo una madre intrusiva, autoritaria, probablemente tenga extremada sensibilidad frente a ciertas opiniones, a las que seguramente otra persona no le daría mayor importancia. Si el marido de la joven ha sido muy sometido a su madre, generalmente elige a una esposa con mucho carácter, para que le pueda hacer frente a su madre. Y si bien, admira esto en un principio, más adelante puede ser que termine colocado en un conflicto de lealtades forzado a “elegir” entre ambas.
Pareciera que sólo hay lugar para una mujer, ¿la madre o la esposa? Esto no debería ser así cuando los roles están bien diferenciados, pero si no lo están, no es sólo un tema de ambas. Cuando el hijo no ha superado la dependencia infantil a sus padres, aunque no sea algo muy manifiesto, no podrá ponerles límites a ellos. Si la madre no tolera “no ser la más importante en la vida de su hijo”, puede que inconscientemente boicotee el matrimonio de ellos.
Cuando joven la pareja se apropia internamente de su vida y sus hijos, y están bien entre ellos, y se sienten adultos, no hay nadie que pueda interferir.
c) Generalmente sucede que la familia de origen del hombre y de la mujer que se han casado, tienen códigos distintos y que lo que para alguien puede ser vivido con intención de ayudar, para otra persona puede ser sentido intrusivo y con “mala leche”. Cuando no se puede dialogar, no se aclaran estos malos entendidos. Y lo que comienza como una pavada, puede enlazarse en una cadena de historias nuevas que se unen a otras viejas, complicándose el vínculo.
Hay casos en los que la relación de la suegra con la nuera arrastra una pésima relación con el hijo de dicha suegra y la nuera es la depositaria del rencor. En algunas familias he constatado que aunque la suegra quiera ser amorosa, si la nuera trae vínculos conflictivos o se persigue, podrá interpretar erróneamente lo que se ha hecho con buena intención.
Cada integrante de una pareja viene con su familia, siendo un desgarro si deben renunciar a ella para poder sostener la nueva familia.
Los padres de la pareja deberían ser muy respetuosos y considerar que si son “muy metidos” pueden causar malestar. Los momentos de riesgo son el primer año de casados y cuando nace un bebé si la suegra quiere “enseñar” y si su hijo no tiene autoridad para responderle. Lamentablemente se produce mucho sufrimiento y en algunos casos, se puede llegar al divorcio.
Por: Lic. Eva Rotenberg
Directora de La Escuela para Padres
Web: www.escuelaparapadres.net
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